Para Alejandro Jodorowsky, no debe ser el imponente pescador que ofrece un pez al hambriento, debe ceder su poder de padre o madre universal, y, enseñando a sus pacientes la técnica de la pesca, conducirlos a explorar juntos las profundidades del oceánico inconsciente, para convertirse en sus propios curanderos.
Todos, sanando, nos sanamos a nosotros mismos. Esta tarea debe ser una lucha constante para sembrar conciencia y salud emocional, mental, sexual y material en nuestros semejantes. Y debe hacerse sin violencia, sin imposiciones ególatras, sin santones, sin intermediarios que se proclaman únicos portadores de la conciencia cósmica o divina.
Creando grupos de terapeutas colectivos, amando a todos los otros aprenderemos a amarnos a nosotros mismos…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario